Remaba bien, una vez.
Remaba con hombros tensados y manos callosas, trazando un plan recto, si no sin falla.
Remaba bien, una vez.
Remaba con toda la concentración que sabe dar un hombre. Y de pronto--casi sin darse cuenta--sentía más cómodo remando en aquél río que andando de pié en su propia tierra.
Remaba bien, una vez.
Pero ahora, anda por otra tierra con sus propios corrientes. Los hombros se han atrofiados, las manos ensuavizadas. Puede que jamás vuelva a remar con tanta certeza, en aquél río o cualquier otro. Pero vuelve a intentar.
Porque una vez, remaba bien.
Monday, August 29, 2011
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1 comment:
Bellísimo. Imagino que yo también sentiré lo mismo después de unos meses.
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